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jueves, 8 de diciembre de 2011

BAJO EL SAUCE LLORÓN


(27/03/2000 reescrito el 21 de noviembre de 2011)

Sentada en aquel banco del jardín botánico, observaba como un pajarillo de vivos colores se posaba delicadamente en las ramas de aquel sauce que derramaba lágrimas en cascada, que a la vez que me ofrecía su sombra, se había convertido en un cobijo seguro, lejos de las miradas de los transeúntes que, tal como yo, habían elegido esa tarde soleada, para disfrutar de las flores diversas que cubrían aquel mundo salvaje.
Me encontraba sola, no paraba de dar vueltas en casa, por lo que cogí el bolso el que que guardaba mi cuaderno y unos lápices, mis pasos me guiaron hasta aquel jardín, intuía que allí, mis pensamientos, podrían volar libremente, así tendría ocasión de valorar los pro y contras de mi decisión y encontrar alguna solución. En los últimos días, los acontecimientos se habían sucedido, mi mente estaba obnubilada, no sabía que hacer pero no quería seguir así.
Empecé a trabajar hace casi un año como administrativa, gracias a lo cual conseguí conocer mucha gente nueva, lo que me hacía sentirme bien. Eramos más de treinta personas en un edificio de tres plantas y nuestro director era un hombre joven y apuesto, que despertaba ilusiones a cada paso que daba, pero a mí no me atrajo en ningún momento. Había vivido un amor que fracasó, lo pasé muy mal y ahora no podía evitar haberme convertido en una mujer fría, quizás mi apariencia independiente, alejaba de mi a los hombres que intentaban seducirme.
En mi oficina trabajaba ella, una chica corriente despertó mi curiosidad. Al principio hablabamos poco, bromeabamos de vez en cuando. Pero un día se me acercó, una hora después acabó desahogando sus problemas conmigo. Pude sentirla como la persona más cariñoso y tierna de este mundo, la más frágil y vulnerable que había conocido, lo que despertó emociones encerradas en mí hacía mucho tiempo. Poco a poco nos fuimos acercando, confiando más una en la otra. Nos sentíamos muy a gusto juntas. Susana se me acercó como una buena amiga pero ahora no sabía en que punto estábamos, ni a donde mi dirigíamos.
Mientras estaba allí sentada, pensando y dando vueltas a como me encontraba, ví pasar una pareja, el chico cojió suavemente por la cintura a la que parecía su novia y se besaron tan delicadamente que el tiempo se paró en aquel instante.
En mi mente se fijó la imagen de Susana, desde hacía un tiempo, no podía evitar que surgiera en cualquier instante y no sabía que hacer ¿era posible que me hubiera enamorado? Yo, ¿qué intentaba evitarlo por todos los medios? ¿y encima de una mujer?
Creo que fue algo inevitable, en el fondo era consciente de que el amor llega de forma inesperada y no se puede controlar, cada vez nos llevabamos mejor y sabíamos que podíamos contar con la otra persona si la necesitabamos, el día transcurría entre bromas, indirectas y un juego sutil de seducción. Pero existía algo que impedía todo y nada, ella tenía pareja, acababa de descubrirlo y me sentía perdida. Ya no era cuestión de prejuicios sobre que eramos dos mujeres, ella tenía pareja y no sabía si sería lesbiana. Ni siquiera sabía lo que sentía por mí, sólo podía intuirlo pero nunca habíamos hablado de ello y aunque mi intuición fuese real, yo ahora sabía que tenía pareja y me impedía a mi misma sentir lo que sentía.
Mis lágrimas se derramaron igual que caían las ramas y hojas de aquel sauce que me daba cobijo aquella tarde, pero me dí cuenta que tenía que hablar con ella. Necesitaba explicarle lo que sentía, no quería pedirle nada, ni que cambiaran las cosas pero si quería parar aquel juego que no nos llevaría a nada, para evitar tener que arrepentirnos después.
Quizás lo que me empujaba era que su relación no marchaba bien, se lo había oído comentar a una compañera y yo no quería ser un motivo más de peleas entre ambos, pero temía que una noche de esas en las que salíamos, no pudiera controlar mis impulsos, cuando me mirara con sus lindos ojos claros y acariciaran sus palabras mis oídos...
Por eso me decidí, arriesgándome a sufrir, a lo que pudiera surgir inesperadamente, cogí el móvil y marque su número, quedamos a las 18h allí mismo, en el jardín botánico y la hora que pasó hasta que llego se me hizo interminable.
Cuando apareció, mi corazón se aceleró pero esperé a que llegará al banco donde esperaba. Me preguntó si me ocurría algo, me había notado una voz rara, no fui capaz de decir nada en aquel instante, fuimos a por un refresco y nos volvimos a sentar bajo aquel sauce llorón, mientras me contaba que estaba preparando un viaje que le había surgido de forma imprevista. Por un breve segundo pensé que me había equivocado, quizás sería mejor callar y no hablar de sentimientos, seguro que se iría con él y yo metería la pata hablando.
Me quedé en silencio, era como si el tiempo hubiera vuelto a detenerse y estuviera viendo imágenes de ese momento, casi no oía su voz que me estaba hablando.
- Elena - dijo de pronto - no querías hablarme de algo, anda dime, que te escucho - dijo despertándome de mi shock - desde que he llegado no he parado de hablar de mí.
- No sé como decírtelo, quizás es mejor que lo olvidemos.
- Tranquila, necesito escuchar lo que me quieres decir, no te preocupes que no va a cambiar mi opinión sobre tí - me dijo, su voz sonaba como el agua mansa de un río y saqué fuerzas para decirle lo que creía sentir - Susana, no quiero que te influya lo que te voy a decir, ni pretendo que hagas nada pero creo que es mejor aclarar las cosas, ya he oído comentarios en el trabajo sobre nosotras y no quiero que malinterpretes nada. Te considero una buena amiga y lo sabes, pero desde hace algún tiempo, siento algo diferente, cada vez que está a mi lado, cuando me sonríes, cuando bromeamos... Te has convertido en alguien especial para mí y no puedo evitar...
- Calla, no digas lo que quiero oír - me interrumpió. Pude observar que ya no me miraba y estaba muy nerviosa, salió corriendo y yo me quedé allí, sentada, perpleja, en aquel mismo banco bajo el sauce llorón.
Las horas pasaron sin darme cuenta, el jardinero se acercó para avisarme que tenía que marcharme porque se cerraba el recinto.
********
Aquella mañana me despertó el teléfono, era mi día libre y no tenía muchas ganas de levantarme, pero lo hice porque insistían mucho y ya habían llamado un par de veces, al descolgar me sorprendí al oír la voz de Susana, de la que llevaba sin saber nada varios días.
- ¿Qué tal tu viaje? - pregunté deprisa con un nudo en el estómago, enredando el cable del teléfono con mis dedos.
- Ya estoy de vuelta, el viaje ha sido fantástico, pero ya te contaré... ¿Podrías venir esta tarde al jardín botánico? Sobre las 18h – me preguntó.
Respondí que si, aunque extrañada. Al llegar, la encontré en el mismo banco de la última vez que nos vimos, hace más de un mes.
Me contó que había viajado sola, por razones laborales, pues había conseguido un puesto de directora, temporalmente en otra ciudad.
- Elena, lo que me dijiste la última vez que nos vimos, no fue una sorpresa para mí, pues también he empezdo a sentir algo especial por tí, algo diferente... pero tenía pareja, no quería hacerle sufrir por nada del mundo pero nuestra relación no funcionaba, le molestaba que hubiera viajado, no quería que aceptará ese trabajo pero el viaje me ayudo a pensar. Javier, me llamó una noche, tuvimos una discusión pero después de mucho hablar y darme cuenta, que no iba a apoyarme en lo que hacía, decidí terminar nuestra relación para siempre. Aunque haya terminado con él, no quiero empezar otra relación ahora mismo, mucho menos sabiendo que me marcho la próxima semana y no sé que puedo ofrecerte, sentir algo por otra mujer me tiene confusa, nunca había sentido algo así y necesito aclararme. Sólo puedo decirte que cuentas conmigo, quizás el tiempo de una respuesta a nuestra situación pero no puedo pedirte que me esperes, porque ahora voy a pensar sólo en mí, lo siento, he pasado mucho tiempo pendiente de otra persona, pero si me gustaría que no perdieramos el contacto y lo que tenemos ahora. No hagamos correr las agujas del reloj.
Mientras hablaba, las lágrimas oprimían mi pecho, luchando por salir pero había pasado demasiado tiempo con una coraza de frialdad por lo que no me resulto difícil; se acercó para abrazarme y se despidió de mí, pasó el tiempo y yo seguía allí sentada en aquel banco bajo el sauce llorón, cuando el jardinero, vino a avisarme de que se cerraba el recinto.

......................................... continuará......................................

sábado, 24 de octubre de 2009

LA PRINCESA DE LOS SUSPIROS


Hace muchos años vivía encerrada en lo alto de una torre, una bella e inteligente princesa. Su padre esperaba que fuera un varón para continuar con su reinado y con el paso del tiempo, se dio cuenta de lo inteligente y bella que era y decidió encerrarla en la torre para poder elegir con quién debía casarse.

La princesa era feliz en la torre, pues no había conocido otro modo de vida, podía hacer lo que quería allí dentro, pintar, leer, jugar, aprender nuevos conocimientos, pasear por los pasillos y escaleras de la torre, hasta la puerta de entrada que siempre estaba cerrada, sólo tenía que pedir lo que necesitaba y le era concedido por su padre, excepto salir de allí, concoer la libertad, su padre le decía que era por su bien, pues fuera había muchos peligros, ella lo aceptaba pero lo único que la ponía triste era asomarse al balcón y observar las noches estrelladas, los atardeceres, los bosques que había tras los muros, porque nunca había paseado por allí, ni percibido sus aromas y colores de cerca, en esos momentos la princesa suspiraba por lo que no conocía.

Una de aquellas veces, mientras su padre la visitaba la princesa mirando a la Luna suspiró, ese suspiro se escapo por el cielo estrellado y viajó de boca a oídos de una campesina cansada del duro trabajo, vivía al otro lado del mundo, pero en ese mismo instante ambas sintieron algo especial, como un hilo que les unía a otra persona aún sin conocerse y la princesa dibujo su primera sonrisa en sus delicados labios.

El rey se sintió extraño, pues algo especial había echo que su hija sonriera y era la primera vez que pasaba , percibió que algo fuera le llamó la atención, pudo darse cuenta de que allí estaba triste, quizás era un error tenerla encerrada, pero como era un hombre precavido y amaba a su hija, se marchó para pensar que podía hacer.
 
La campesina al sentir ese suspiro recogió algunas cosas, ensilló uno de los caballos de su padre y fue por el mundo buscando encontrar a la persona que suspiraba.

Pasaba el tiempo pero el rey no había dejado salir de la torre a la princesa , se le ocurrió celebrar una gran fiesta para presentar a su hija en sociedad así podría buscarle un marido digno de la corte, podría observar con quién se relacionaba y evitar que corriera peligro, si estaba dentro del palacio.

A la fiesta llegaron los príncipes y princesas de todos los reinos cercanos, se celebró un gran banquete con baile en el salón real.

Dio la casualidad que aquella mujer que había escuchado el suspiro de la princesa estaba cerca y se sentía hambrienta, era una muchacha bella que podría parecer una criada, así que decidió entrar en palacio, pues hasta ahora su búsqueda había resultado infructuosa y sabía que allí habría muchas personas y podría pasar desapercibida.

Todas las princesas eran muy bellas e iban elegantemente vestidas pero ninguna de ellas suspiraba, todos los príncipes iban muy elgantes, pero nadie tenía pìnta de poder suspirar allí, pues no conocían el sufirmientopor no tener nada, ni la añoranza de algo porque con su dinero y poder conseguían lo que deseaban. Había sido un error entrar allí, aunque al menos había podido comer algo y podría reanudar su misión con fuerzas nuevas.

Cuando se marchaba sigilosamente para no ser descubierta, creyó percibir un leve suspiro, ahogado entre la música y el ruido, así que empezó a buscar por todas partes, hasta que llego a las escaleras que daban a la alta torre, donde acurrucada y temerosa encontró una princesa.

La princesa que siempre había estado sola en la torre era incapaz de relacionarse con nadie, salvo con su padre, su madre y las personas del servicio.

La campesina se acercó y le tendió su mano para ayudarla a levantarse, al percibir ese leve contacto, la princesa sintió un profundo alivio y comprensión, la campesina sintió que el supiro que la había atraído aquella noche y por el que había empezado su búsqueda la unía por un hilo invisible con aquella princesa, juntas salieron del palacio y no miraron atrás.

A partir de aquel precios instante la princesa podría descubrir lo que veía a traves de la ventana, allá fuera de la torre del palacio del rey, la campesina lo que había más allá de las tierras que trabajaba junto a sus padres, emprendiendo un viaje para descubrirse a sí mismas fuera de sus obligaciones en un mundo visto por sus propios ojos.


Septiembre de 2009

miércoles, 14 de octubre de 2009

Una rosa entre las manos.

Últimamente me ha dado por pensar que es la vida, como tengo pocas cosas que hacer (notese la ironía)... he deducido que la vida es como un largo camino que no va siempre en línea recta, que además tiene baches, obstáculos. A veces te encuentras volviendo siempre al mismo sitio perdida... pero hay cosas que suceden sin un porque y a veces la vida te sorprende y en un solo instante todo cambia. Esta es una de esas historia.
Una rosa entre las manos.

Elisa estaba sentada en mesa de un pequeño bar, abarrotado de gente en la Plaza Mayor de Madrid, a través de los cristales podía ver la lluvia caer, así como caía sobre ella como una losa esta época de Navidad que tanto odiaba llena de una hipócrita alegría consumista y de unas obligatorias reuniones familiares. En este momento no le importaba nada y mucho menos la Navidad, se encontraba frente a un cigarrillo que se consumía en el cenicero y a un cuaderno con una hoja en blanco para escribir lo que le ocurría, lo que sentía pero ese era el problema que por mucho que le dijese su terapeuta ella no sentía nada y tampoco tenia ganas de hacer nada.

Su mirada perdida vagaba por el local observando. Había un pareja haciéndose arrumacos, unos niños jugando mientras sus padres celebraban cerveza tras cerveza la navidad, y un hombre grosero que la observaba lascivamente mientras se emborrachaba solo en la barra.

De pronto sus ojos chocaron con otros ojos intensos que la observaban desde la puerta del bar y algo despertó en su interior mientras le embriagaba aquella sonrisa, la silueta de una chica se fue dibujando mientras se acercaba hacia donde Elisa estaba sentada (pensó que buscaría a alguien que estaría sentada detrás) pero al llegar a su mesa tropezó y dejo caer una rosa azul que llevaba en sus manos, Elisa se levanto a ayudarla y ella agradecida le regalo la rosa, Elisa se ruborizo pero la invito a sentarse, Nerea se sentó y comenzaron a charlar de mil y una cosas, el tiempo pasaba y se sentían flotar, con una extraña comodidad cómplice, en un momento dado por debajo de la mesa el leguaje de las palabras dio paso a un leguaje de caricias enrevesado, intimo y distinto, mientras un rubor coloreaba las mejillas de Elisa.

Trás un beso cálido y fugaz decidieron marcharse, caminaban como hechizadas, envueltas en una leve bruma salieron sin pagar mientras creían oír música de violín de fondo.

Fuera, la lluvia se había convertido en una bonita nevada de Navidad, al salir a la plaza Mayor chocaron con un chico encantador que las deleito con una linda melodía y en ese momento Elisa se acerco a uno de los puestos donde un Papa Noel de juguete con una vela en la mano cantaba un villancico, lo miro enternecida y después miro a Nerea dulcemente y ambas se fueron juntas.

Con el tiempo ambas descubrieron sus secretos más preciados y compartieron momentos inolvidables, pero como todo lo que empieza puede acabar, este extraño amor vio su final una mañana en que Elisa despertó sola entre unas sabanas frías y vacías, pero mirando en torno suyo se dio cuenta de que ya no le importaba estar sola porque sabia que ya nunca lo estaría porque había recuperado lo mas importante, la ilusión y la confianza en si misma, y en ese mismo momento decidió que debía marcharse, nada le ataba aquí y estaba cansada de Madrid, necesitaba cambiar de aires y empezó un viaje que acabo en Santander donde Elisa empezó de cero, una nueva vida y sobre todo una vida distinta.

Una tarde de Agosto sentada en la playa, a las 20h de la tarde, que es el mejor momento para ver el atardecer en la playa del Sardinero, arropada por la suave brisa llegada de las montañas de la tarde cuando el sol rojizo se empezaba a confundir con el azul turquesa del mar, una silueta se fue dibujando mientras alguien se acercaba hacia ella con una rosa azul entre las manos.

23 de Enero del 2003

lunes, 28 de septiembre de 2009

SU NOMBRE

Una noche de cara al viento mirando la Luna llena, un único rayo de luz me hizo albergar una esperanza. Allí postrada en la hierba, sola y con una lágrima recorriendo mi rostro en la negra oscuridad de aquella casa de la Sierra comprendía lo que había anhelado desde hace mucho tiempo y sin llegar a comprender, guiada por un impulso, corrí hacia el río que manso rodeaba la casa y las montañas para llegar al final; despojándome de mis ropas me zambullí en una poza de agua clara que se encontraba en la ladera de la montaña, recibiendo el bautizo del agua y de la Luna a mi nueva vida.

Allí, sola y a oscuras, afirmé lo que tanto tiempo me había costado comprender, lo que mi cuerpo y mi alma pedían a gritos. Sobre la hierba húmeda a causa del rocío nocturno y mi piel excitada y húmeda por el agua helada del río, comencé a acariciar mis senos, recorriendo cada pliegue de mi piel, redescubriendo cada poro oculto hasta llegar a mi más hondo interior para acabar gritando extenuada su nombre, su bello nombre de mujer.

sábado, 19 de septiembre de 2009

DESEO

Rebuscando este el cuento que tengo más antiguo, sé que he escrito anteriormente varios más pero aún no los he encontrado. Curiosamente es un relato erótico, se me veía venir en mis comienzos literarios jejeje porque muchas de mis contadas actuales tienen ese cariz sensual.

DESEO (29-01-2000)

Aquella tarde me quedé sola en casa . Teníamos mucho que estudiar, pero decidimos hacerlo por separado y no vernos ese fin de semana. Últimamente cada vez pasábamos más tiempo cerca y existía tanta tensión en el ambiente que nunca sabíamos como iban a acabar nuestros encuentros, ni nunca nos atrevimos a hablarlo cara a cara.

Cada tarde desde hacía varios meses, sucedía lo mismo, salíamos de la universidad, ibamos a mi casa o a la suya, sacabamos libros y apuntes para estudiar, pero las palabras y los gestos se enredan, la tensión crecía y crecía; por más que intentaba evitar esta situación, me sentía incapaz de hacerlo, a pesar de las dudas y los temores, pasaba el día esperando ansiosa las 18h de la tarde, instante en que nuestras miradas se cruzaban en el pasillo y comenzaba nuestra tormentosa tarde, en su casa o en la mía, siempre con la misma tensión. Era incapaz de enfrentarme a aquella situación, de pedirle explicaciones y parar lo que estaba pasando, me sentía envuelta en un maremagnum de emociones que se desataban en mi interior, como una lucha interna, un querer y no poder.

Nunca nos enfrentamos hasta ese momento.

Aquella tarde, sola, aburrida, pasaba las hojas del libro, cuando en mi móvil sonó un mensaje: “Deseo que me sorprendas y sentir tus labios sobre los míos para así penetrasr mi lengua en tu sabrosa boca” y no habiendo acabado de leerlo, me llegó otro aún más excitante “El juego puedes elegirlo tu, cara a cara, pero yo no puedo resistirme más a tu cuerpo", no entendía nada pero las emociones se agolpaban en mi cabeza y en mi cuerpo, las dudas y temores volvían a aparecer, la tensión inicial se desataba y estaba a punto d estallar.

Mientras leía los mensajes alguien llamó a la puerta, me sorprendí al descubrir sus ojos claros a tráves de la mirilla, más aún al sentir su aliento cerca de mí, cuando entrando cerró la puerta tras de sí y comenzó a besarme apasionadamente.

Pensé en todo lo que tenía que estudiar un breve segundo, pero aprovechando que no había nadie en casa y en aquel estado de excitación, me dejé guiar por sus manos.

Subimos las escaleras hasta mi habitación, cada vez con más sed de placer y besándonos hasta no poder más.

Me empujo contra la pared, acercando su cuerpo al mío, acoplándose nuestras curvas y líneas, como si siempre hubieran estado así; poco a poco fue desabrochando uno a uno los botones de mi camisa.

Mis manos se enredaban en su pelo mientras su lengua buscaba en mi boca rincones ocultos por descubrir, su mano se deslizó suavemente por mi cintura y mi mano dibujo el surco de sus pechos para acabar buscando los botones de su pantalón.

Me quitó la camisa lentamente, deslizándola hasta el suelo y su mano se escapó hasta desabrochar mi sujetador, enredando una y otra vez, torpemente, no me lo podía quitar, aproveche ese instante descuidado para dejarnos caer sobre la cama y con un movimiento insinuante deje caer la prenda al suelo, al tiempo que mi cuerpo caía delicadamente sobre el suyo para seguir abrazadándonos.

Aquella tarde la pasión pudo con nosotras, desbordando un manantial de placer, hasta entonces escondido, oculto a nosotras mismas, estallando nuestros sentidos en cotas jamás alcanzadas y en paraisos no paseados. Nos habíamos unido realmente sin pensarlo ni buscarlo de forma premeditada.